Hasta el momento en que las escrituras bíblicas se mantuvieron encerradas, sin ser expuestas al resto del mundo, el pueblo judío, los hijos de Jacob convertido en Israel, literal y materialmente, eran el pueblo de Dios. Sólo allí se escenificaban estos principios y normas que la Biblia nos muestra hoy en sus páginas.
Después, se abrieron las fronteras del saber y del conocimiento de estos principios, volcándose en todas las naciones de la tierra con la propagación que hizo Jesús, y después sus apóstoles, los cuales también eran miembros del pueblo de Israel.
Al inicio de su ministerio, trataron de reformar las inclinaciones del pueblo orientadas hacia el materialismo primitivo de aquellos tiempos; pero al no recibir el eco necesario a sus predicaciones, volcaron estos conocimientos a los llamados "gentiles" (no pertenecientes al pueblo judío) que a su vez, formaron las formas religiosas que hoy conocemos como "Cristianismo", del cual se derivan las múltiples sectas que reclaman "individualmente", cada una de ellas, ser la elegida por Dios.
Pero por este medio, todos los conceptos y ejemplos de fe, que se mantuvieron sellados en las escrituras que los judíos mantenían sellados en sus sinagogas, fueron transmitidas al mundo exterior. Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, los profetas, etc., se liberaron de su encierro y salieron a regar la semilla de la llamada "Raíz Santa" por el mundo entero. Aquellos preceptos y los ejemplos que las escrituras exponían, fueron estudiados, copiados, interpretados y predicados al "pueblo gentil".
Israel creció fuera de sus fronteras materiales a través de sus fronteras multinacionales, por medio del poder espiritual de la palabra. Esta era, y aún hoy es, la espada que la Biblia señala matará a la bestia de las pasiones materialistas que habitan en el hombre.
Tal como se anunciara en Gen 49:10:
No se apartará el cetro de Judá, ni la vara del gobernador de entre sus pies, hasta que venga el pacificador (Shiloh) y a él será tributada la obediencia de las naciones.
Con la llegada de "Shiloh" los escritos y ejemplos del pueblo del Israel de ayer se hicieron patentes. Estos escritos que la Biblia encierra son el "Mesías" personal, encargado de pacificar al hombre.
Desde ese momento, el cetro, que es el poder del Espíritu Santo de Dios, deja de pertenecer exclusivamente al Israel material, para ensanchar sus fronteras hasta convertirse en el Israel espiritual, al cual acuden todas las naciones de la tierra.
Todas las ideologías empiezan a perder su fuerza individual rindiéndose al poder convincente de los conceptos encerrados en este "Shiloh". Este que nació, "espiritualmente" de aquel Israel, que viene a ser "la virgen que no había sido engendrada" hasta que Dios la engendró con el Espíritu de Su palabra, que es la simiente de vida que vivificará a todos los pueblos de la tierra como señala esta profecía, para ser "Emmanuel", Dios entre nosotros.
Debemos observar esta profecía muy cuidadosamente para no caer en interpretaciones que sólo pueden causar confusión y oprobio al traer contiendas y luchas ominosas. Los que tal intención practican, se convierten en enemigos, en lugar de ser hermanos espirituales, nacidos de la misma virgen, el Israel espiritual que se formó con la transmisión del VERBO de Vida al mundo entero.
Nota: Israel no es un nombre personal heredado por medio del nacimiento carnal, sino un nombre adquirido por haber luchado el hombre contra un varón (siendo este varón el mismo hombre) y venciéndolo, fue, por esto, llamado "Israel" que significa: "El que lucha con (junto a) Dios"
La palabra de Dios es conciencia "Mesiánica" para todo el que sigue sus predicados y no tiene privilegios ni distingos, ya que proviene del Único y Todopoderoso Dios; Creador de todas las cosas y activador de las mismas según el orden excelso de Su Voluntad pacificadora.
Los oídos sordos y los ojos ciegos no pueden ver el mensaje de unidad que dicha conciencia encierra. Intentan hacer de la sangre un símbolo de condición material, cuando en realidad es la conciencia espiritual que mueve el cuerpo espiritual que Dios ha preparado para el hombre SER. El que toma de esta sangre que la palabra del Espíritu nos otorgó, recibe nueva vida en su cuerpo, muerto anteriormente, para ser vivificado después del nacimiento de la criatura espiritual dentro de su corazón.
Por medio de la voluntad de Dios, expuesta en el mensaje de las escrituras,
se está formando un cuerpo espiritual que, alimentado por la dedicación de todos los seguidores de estos principios, deberá crecer y multiplicarse hasta formar una sola carne.
Todos los que sigan este principio, son hijos de Israel espiritualmente y podrán alcanzar a llegar a la puerta donde todos entrarán, "no materialmente" sino "espiritualmente", con la mente y con el corazón, simbólicamente, por medio de la depuración de la conciencia.
Hasta que el hombre no recorra todos los caminos del bien y del mal, que son la naturaleza dubitativa del error, con todas sus causas y efectos nocivos, no podrá aceptar "Lo perfecto" que es naturaleza divina que supera ambas condiciones nacidas de la duda y la desconfianza de la perfección de Dios en todo lo que de Él proviene. Sólo entonces podrá el hombre conocer y aceptar el amor que es perfecta naturaleza divina.
Todas las derivaciones nacidas del individualismo, son sólo "cachorros de león" hijos de Judá, hijo de Jacob, que buscan el dominio de la selva. Esto hacen, no por amor a las fieras para apacentarlas, sino para devorarlas y hacerlas parte de sí tomando su fuerza para combatir a las otras ideas que no compartan su finalidad.
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El temor al castigo sólo impone la fuerza.
El amor a la gloria divina restituye todo esfuerzo en paz y reposo para el alma.
