Celebrarás la fiesta de las semanas, la de los primeros frutos de la siega de tus trigos, asimismo la fiesta de la cosecha de tus frutos, al fin del año.-(Éxodo 34:22)
La siembra
Los tiempos de evolución se cuentan como días de creación. Estos son contados como etapas, ya que tienen, simbólicamente, siete tiempos cada una. Siendo seis tiempos de evolución y trabajo; y el séptimo tempo para ver el resultado de los anteriores sin pasar trabajo, que será el día del reposo.
De esta forma, para sembrar los frutos del espíritu, que es el proceso evolutivo de la ley, o principios fundamentales, puestos en práctica hasta ver los resultados, se empleará siete períodos, o días en la medida de tiempo relativa a Dios.
Siempre veremos el número siete relacionado con la medida de perfección de una etapa o tiempo.
En Det 16:10,en la Biblia, la cuenta está más específica al decir:
Después contarás para ti siete semanas; desde cuando empieces a meter la hoz en la mies principiarás a contar las semanas.
Varias veces se hace alusión a la celebración de las fechas más importantes que deberán ser celebradas. Vimos la fiesta de los panes ázimos, que señala la salida del pueblo de Israel de la tierra de Egipto, que interpretamos como el momento de abandono de las cosas del mundo para dedicarnos a las cosas del espíritu.
Al llegar a la tierra prometida, comienza la siembra de lo aprendido en la etapa en que la ausencia de doctrina (falta de conocimiento espiritual) simbolizado por la travesía en desierto, Dios proveyó la semilla que debería ser sembrada en aquella tierra. (entiéndase, el corazón del que busca a Dios) La semilla era "Los Diez Mandamientos".
Esta siembra de los frutos que se espera recoger es la fiesta de las semanas al principio de la cosecha, que simboliza la implantación de la ley dentro de los terrenos de la razón.
Los trigos son ejemplos de elevación espiritual, (ejemplo de los hombres escogidos por Dios) de donde procederá simbólicamente el pan.
Por eso, al mencionar la fiesta de los primeros frutos de la siega de los trigos, se hace alusión a esta etapa de preparación espiritual que cada fiel o creyente debe sembrar en su corazón para entrar en la tierra prometida.
Después la cosecha de los frutos al fin del año, señala indudablemente la elevación espiritual en que el hombre alcanza su comprensión de las cosas del Espíritu Santo, y obra movido por el sentimiento de agrado y comprensión que alcanza en estos niveles.
Así podemos ver como todos los rituales y las festividades tienen un sentido simbólico donde dejan de ser meras liturgias y se convierten en voluntad perfecta al desear realizar, estos mismo movimientos que se efectúan materialmente, transmitidos en el espíritu, alcanzando el resultado de la gracia, obrando por voluntad y no por la fuerza o movido por el temor.
Esta es la siembra del Espíritu Santo dentro del corazón de los hombres que buscan a Dios.
Primero hay que arar, sembrar, y cuidar la siembra para recoger la cosecha que Dios promete a los que laboran en la Viña del Señor.
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