Rabí Iosef Itzjak Schneersohn
Breve reseña de su vida.
Rebe no salió a ninguna parte del mundo, pero todo el mundo vino a él
"Una experiencia espiritual impresionante"
No sólo jasidím golpearon a la puerta del Rebe, sino también multitud de judíos, de toda comunidad étnica, corriente y círculo. Rebes y Rabinos, hombres de espíritu y de artes, científicos y empresarios, y también políticos y representantes de la sociedad.
Todos se interesaron por su visión del mundo, y acudieron a recibir su bendición, estímulo y consejo. Muchos tuvieron el privilegio de pasar a solas un tiempo con el Rebe, en audiencia privada.
Muchos salieron admirados por el fulgor de su rostro, la mirada de sus ojos que simultáneamente acariciaba y penetraba, sus conocimientos de amplio espectro, la suavidad de su lenguaje y lo tajante de sus ideas, su maravillosa capacidad para escuchar y su sorprendente perspicacia.
El Hombre que Convirtió a un Puñado de Jasidím en
Un Imperio Mundial
Uno de los primeros desafíos que se alzó ante el Rebe, no bien asumió como tal, era el de reconstruir el Movimiento Jabad.
Rusia fue la cuna y el centro desde donde se extendió Jabad. Contaba con decenas de miles de familias. La revolución soviética, sin embargo, puso fin a la vida pública judía; muchos jasidím de Jabad fueron encarcelados, enviados a exilio y asesinados por el régimen comunista.
También las filiales del movimiento en otros países, principalmente Polonia y aledaños, fueron cercenadas durante el Holocausto.
Cuando el anterior Rebe de Lubavitch logró llegar, quebrantado y abatido, a los Estados Unidos, no quedaban de Jabad más que recuerdos y un puñado de supervivientes.
El Rebe inició la titánica tarea de reconstruir las ruinas y erigir un edificio de judaísmo raigal en una tierra que era el símbolo de la indiferencia a la vida judía tradicional.
Estos esfuerzos, iniciados por el Rebe anterior, se cristalizaron durante la época del liderazgo de su yerno y sucesor. El Rebe reunió a los jasidím que, aislados, estaban diseminados por el mundo, y de ellos construyó una semilla sólida de la cual floreció nuevamente el glorioso y gran movimiento Jabad.
Pero el Rebe se negó a aguardar a que la reorganización interna estuviera concluida. La urgente problemática de la existencia judía perturbaba su tranquilidad. Y así, en medio de la reconstrucción de Jabad, movilizó al puñado de jasidím con que disponía convirtiéndolo en un ejército de vanguardia activista y realizador. Envió a sus jasidím a adormecidas comunidades judías para despertarlas e insuflarles nueva vida judía.
Muy pronto, éstas se convirtieron en dinámicos centros judaicos. El Rebe no dudó en sacrificar los intereses del propio movimiento en aras de los del pueblo judío en general. Cuando sus jasidím en Israel quisieron fundar instituciones modelo para niños de elite, el Rebe respondió que estos niños serían absorbidos gustosamente por otras entidades. "Jabad", dijo, "debe hacer lo que otros no pueden, ni quieren, hacer".
Bajo su directa orientación, sus emisarios arribaron a los más apartados parajes del mundo. Nada los intimidaba. Ni las dificultades idiomáticas o de idiosincrasia, la falta de una sociedad alentadora, o la carencia de dinero. Había una única fuerza central que prevalecía por todas éstas: el Rebe.
El emisario de Jabad está dispuesto a sufrir y a sacrificar sin límite, al tiempo que abreva su estímulo del hecho de que está produciendo satisfacción y alegría al Rebe.
Hoy en día, cuarenta y cinco años después, puede verse lo colosal de la revolución que provocó el Rebe. Sus jasidím están diseminados en unos 2000(!) centros del globo. De Tailandia a Honolulu, de Hong Kong a Zaire, de Buenos Aires a Marruecos y Túnez. En cada uno de estos lugares, son como `la levadura de la masa'; llevan a ebullición y animan la vida judía. Difunden fe y bondad, alegría y tradición judía, y alzan un muro contra la asimilación.
Así, el Rebe convirtió al puñado de jasidím que recibiera bajo su liderazgo en un colosal imperio que atraviesa fronteras y continentes. Esta obra de su vida evidencia, más que cualquier otra cosa, el ímpetu de su liderazgo, su visión y su compromiso, que abarca a todo judío, en cualquier punto del mundo.
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Rabí Iosef Itzjak Schneersohn
1902: Nace, el 11 de Nisán, en la ciudad de Nikolayev (Rusia). Sus padres: Rabí Leví Itzjak y Janá Schneersohn.
1907: Se traslada con sus padres a Iekaterinoslav, Ucrania, donde su padre fuera nombrado Superior Rabino.
1923: Se encuentra por vez primera con el sexto Rebe de Lubavitch, Rabí Iosef Itzjak Schneersohn. Este lo escoge como esposo de su hija Jaia Mushka.
1928: Abandona Rusia, yendo a Riga, Letonia, con su futuro suegro.
1929: Se casa en Varsovia. Se traslada con su esposa a Berlín, donde en retiro se entrega al estudio de la Torá, y adquiere además conocimientos seculares.
1933: Llega a París. Continúa su modo de vida de Berlín, enfrascado en el estudio de la Torá, y obtiene varios títulos académicos en La Sorbona.
1941: Se salva de las garras nazis y llega a los Estados Unidos. Poco después es nombrado director de las instituciones centrales de Jabad y trabaja junto a su suegro.
1950: El 10 de Shvat fallece su suegro, y es nombrado su sucesor, séptimo Rebe de la dinastía Jabad.
1988: Fallece su esposa, la Rabanit Jaia Mushka.
1991: Hace pública su proclama: "Llegó el momento de vuestra Redención", e insta a todo judío a prepararse para la inminente llegada del Mashíaj.
1992: El 27 de Adar I, estando ante la tumba de su suegro, sufre un derrame cerebral que paraliza la mitad de su cuerpo y le niega la posibilidad del habla. No obstante, muy pronto vuelve a responder a preguntas y pedidos, mientras sus secretarios le leen la pregunta y él responde por sí o por no. Vuelve a ser visto públicamente.
1994: El 3 de Tamuz, tras un período en que su salud se deteriora severamente, el Arca Santa es sepultada. Pero Jabad sigue viendo en él a su líder y mentor también en el presente. Los Jasidím de Jabad sienten el profundo deber de continuar su obra y difundir su legado espiritual.
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