La
Perfección de la Concentración
por el Geshe
Rabten Rinpoché
La concentración
es importante tanto en la práctica del Dharma como en la vida
diaria. La palabra tibetana para la práctica de la
concentración es shi-né, donde shi significa paz
y ne significa habitar, luego shi-né es, morar en
la paz o no estar atareado.
Mientras no
observemos la mente en detalle tenderemos a pensar que ella está
tranquila. Sin embargo, cuando de verdad miramos en su interior,
nos damos cuenta que no lo está. La mente no permanece en un
sólo objeto ni siquiera por un segundo. Se agita en rededor como
una bandera batiendo en el viento; no acaba de fijarse la mente
sobre un objeto cuando ya es arrastrada por otro. Aun cuando
vivamos en una cueva en lo alto de una montaña la mente se mueve
sin cesar.
Cuando nos
situamos en lo alto de un gran edificio podemos mirar hacia abajo
y ver cuan agitada está la ciudad, pero si estamos caminando por
sus calles somos conscientes tan solo de una fracción de dicho
ajetreo. De forma similar, si no investigamos en forma apropiada
nunca seremos conscientes de cuan ocupada está la mente.
La conciencia
primaria per se es pura e inmaculada, pero reuniéndose en torno
suyo hay 51 elementos mentales secundarios, algunos positivos,
otros negativos y otros neutros. En los seres ordinarios estos
elementos secundarios negativos son más fuertes que los
positivos. La mayoría de las personas nunca intentan ganar
control de estos elementos mentales secundarios; si lo hicieran
estarían admirados de cuán difícil es dicha tarea. Dado que
los elementos negativos han dominado la mente durante un número
incontable de vidas, superarlos requerirá un tremendo esfuerzo.
Ahora bien, no es posible experimentar el shi-né si estos
no han sido dominados por completo.
Pero el
atareamiento de la mente es producido por la mente, lo cual
significa que el esfuerzo requerido para eliminarlas es de tipo
mental y no de tipo físico. Sin embargo, cuando nos entregamos a
un esfuerzo intenso para desarrollar shi-né es importante
hacer uso de ciertos factores secundarios de naturaleza física.
Por ejemplo, el sitio donde uno practica debe ser limpio,
silencioso, cerrado a la naturaleza y placentero a la mente.
Además, los amigos que nos visiten han de ser pacíficos y
virtuosos. Nuestro cuerpo debe estar fuerte y libre de
enfermedades.
La práctica de la
concentración requiere sentarse en la postura apropiada la cual
tiene siete puntos:
1. Las piernas
cruzadas y los pies apoyados sobre los muslos con las plantas
dirigidas hacia arriba. Si esta postura es muy dolorosa la
persona se distraerá de su concentración, en cuyo caso deberá
sentarse con la pierna izquierda doblada debajo del muslo derecho
y el pie derecho descansando sobre el muslo izquierdo
2. El tronco
estará tan derecho y recto como sea posible
3. Los brazos
forman una especie de arco sin que los codos se recuesten sobre
los lados o sobre el cuerpo, ni que tampoco estén exageradamente
separados. La mano derecha descansa en la palma izquierda, con
los dedos pulgares tocándose suavemente formando un óvalo
4. El cuello está
derecho pero ligeramente curvado con el mentón dirigido hacia
dentro
5. Los ojos están
dirigidos hacia abajo con el mismo ángulo que forma la línea de
la nariz
6. La boca y los
labios están relajados sin que estén abiertos ni cerrados
apretadamente
7. La lengua
suavemente apoyada contra el paladar
Estos son los
siete puntos para la correcta postura meditativa cada uno de los
cuales simboliza una etapa diferente del sendero. Además, existe
un fin práctico en cada uno de los siete:
1. Tener los pies
cruzados mantiene el cuerpo en una posición de aseguramiento.
Uno eventualmente podría sentarse en meditación por un período
largo de tiempo, incluso por semanas o por meses en una sola
sentada. Con las piernas así aseguradas uno no se caería.
2. Mantener el
tronco derecho, permite el máximo funcionamiento de los canales
que portan las energías vitales a lo largo de todo el cuerpo. La
mente viaja sobre estas corriente de energía, luego mantener los
canales en buen funcionamiento es muy importante para una
meditación exitosa.
3. La posición de
los brazos también contribuye al flujo de las corrientes de
energía.
4. La postura del
cuerpo mantiene abiertos los canales de energía que van a la
cabeza y evita que se generen calambres.
5. Si los ojos
están dirigidos en un ángulo muy alto la mente fácilmente se
agita; pero si el ángulo es muy bajo la mente rápidamente se
siente adormilada.
6. La boca y los
labios se sostienen así para estabilizar la respiración. Si la
boca está cerrada muy fuertemente la respiración se obstruye
siempre que la nariza se congestiona. Si la boca se mantiene muy
abierta, la respiración se vuelve muy fuerte aumentando el
elemento fuego y elevando la presión sanguínea.
7. Mantener la
lengua contra el paladar evita un exceso de salivación y hace
que la garganta no se seque. Además de esto los insectos no
podrán meterse ni en la boca ni en la garganta.
Estos son sólo
las razones más obvias para adoptar la postura meditacional de
los siete puntos. Las razones secundarias son demasiadas para que
las estudiemos ahora. Debe anotarse que la naturaleza de las
corrientes de energía de algunas personas no les permite usar
esta posición y debe dárseles una posición alternativa. Esto
sin embargo, es muy raro.
Aun cuando con
solo sentarse en la postura vajra se produce un buen marco de
referencia para la mente, esto no es suficiente. El principal
trabajo, aquel que es hecho por la mente, ni siquiera ha
comenzado. La forma para sacar a un ladrón que se ha metido en
una habitación es entrar a la casa y echarlo afuera y no
sentarse afuera y gritarle. Si nos sentamos en la sima de una
montaña y nuestra mente constantemente está pendiente del
pueblo situado en su base, poco logramos.
La concentración
tiene dos enemigos, la agitación mental o atareamiento y el
entumecimiento mental o letargo.
Por lo general, la
agitación surge del deseo; un objeto atractivo aparece en la
mente y ésta deja de atender al objeto de meditación siguiendo
al otro.
El letargo surge
de una apatía sutil que se desarrolla en la mente.
Con el fin de
obtener una firme concentración estos dos obstáculos tienen que
ser eliminados. Un hombre necesita una vela para poder ver en la
oscuridad la pintura que aparece en la pared de una habitación.
Si hay una corriente de aire la vela ondeará mucho impidiendo
que el hombre vea en forma apropiada y si la vela es muy
pequeña, su nombre será muy débil. Cuando la llama de la mente
no es obstruida por el viento de la agitación mental y no es
debilitada por la pequeñez del letargo, se puede concentrar en
forma apropiada sobre la pintura del objeto de meditación.
En los estados
iniciales de la práctica de la concentración, la agitación
mental es mayor obstáculo que el letargo. La mente continuamente
vuela alejándose del objeto de concentración. Esto puede verse
al tratar de mantenerse fija en el recuerdo de un rostro. La
imagen del rostro es rápidamente reemplazada por alguna otra
cosa.
Detener este
proceso es difícil, puesto que hemos construido el hábito de
sucumbir en él durante un largo período de tiempo y no estamos
acostumbrados a concentrarnos. Tomar lo nuevo y dejar atrás lo
viejo es siempre difícil. No obstante, puesto que la
concentración es fundamental para todas las formas de alta
meditación así como para toda alta actividad mental, uno debe
hacer el esfuerzo. La agitación es superada principalmente por
la fuerza de la atención y el letargo por la aplicación atenta.
En el diagrama que
representa el desarrollo del shi-né, hay un elefante
que simboliza la mente del meditador. Una vez que el elefante es
domado, nunca vuelve a desobedecer a su maestro volviéndose
útil para desarrollar numerosos trabajos. Lo mismo se aplica a
la mente. Más aún, un elefante salvaje y sin domar es peligroso
causando a menudo una terrible destrucción. De la misma manera,
una mente que no ha sido entrenada puede causar cualquiera de los
sufrimientos de los seis reinos.
En la base del
diagrama, el desarrollo de la concentración del elefante es
totalmente negro. Esto se debe a que en la etapa inicial de
desarrollo del shi-né el letargo mental permea la mente. En
frente al elefante hay un mico que representa la agitación
mental. El mico no puede quedarse quieto ni siquiera un momento y
siempre está charlando y con alguien, siendo atraído por
cualquier cosa.
El mico conduce al elefante. En este
estado de la práctica la agitación mental guía a la mente
hacia todos lados.
Detrás del
elefante sigue el meditador, quien trata de obtener control de la
mente. En una de sus manos sostiene un lazo simbolizando la
atención y en la otra un garfio simbolizando el estado de
alerta.En este estado el meditador no tiene control sobre su
mente. El elefante sigue al mico sin prestar la más mínima
atención al meditador.
En la segunda
etapa el meditador ha casi alcanzado al elefante.
En la tercera
etapa el meditador lanza el lazo sobre el cuello del elefante. El
elefante mira hacia atrás, simbolizando que aquí la mente está
un poco controlada por el poder de la atención. En esta etapa un
conejo aparece sobre el lomo del elefante. Este es el conejo del
letargo mental sutil, el cual antes era muy sutil como para ser
reconocido pero que ahora es obvio para el meditador.
En estas etapas
tempranas tenemos que aplicar la fuerza de la atención más que
la fuerza de la aplicación atenta puesto que la agitación tiene
que ser eliminada, antes de poderse eliminar el letargo.
En la cuarta etapa
el elefante está bastante más obediente. Muy raramente tiene
que recibir el lazo de la atención.
En la quinta etapa
el mico va detrás del elefante quien en forma sumisa sigue el
lazo y el garfio del meditador. La agitación mental no
perturbará más la mente en forma pesada.
En la sexta etapa,
tanto el elefante como el mico siguen mansamente al meditador.
Ahora el meditador no necesita ni siquiera voltearse para
mirarles. El ya no tiene más que enfocar la atención para poder
controlar la mente. El conejo ha desaparecido.
En la séptima
etapa se deja que el elefante siga a su propia voluntad. El
meditador ya no necesita darle ni el lazo de la atención ni el
garfio de la aplicación atenta. El mico de la agitación ha
desaparecido completamente de la escena. La agitación y el
letargo nunca más se presentarán en forma burda e incluso, solo
ocasionalmente, en forma sutil.
En la etapa octava
el elefante se ha vuelto completamente blanco. El sigue detrás
del hombre puesto que ahora la mente es completamente obediente.
Sin embargo, un poco de energía es todavía requerida para poder
mantener la concentración.
En la novena etapa
el meditador se sienta en meditación y el elefante se duerme a
sus pies. La mente ahora puede permanecer concentrada sin ningún
esfuerzo por períodos largos de tiempo, incluso días, semanas o
meses.
Estas son las
nueve etapas del desarrollo de shiné. La décima etapa es el
logro del shi-né real representado por el meditador montando
calmadamente sobre el lomo del elefante.
Más allá de
ésta, hay una undécima etapa, en la cual el meditador es
dibujado como montando sobre el elefante quien ahora camina en
otra dirección. El meditador sostiene una espada flameante. Ha
entrado ahora en un nuevo tipo de meditación denominada vipasyana,
o la más alta interiorización (en Tibetano: Lhag-mthong).
Esta meditación se simboliza por la espada flameante, el afilado
y penetrante implemento que corta hacia la realización de la
vacuidad.
En varios sitios
de este diagrama aparece un fuego. Este fuego representa el
esfuerzo requerido para la práctica del shi-né. Cada vez que
este fuego aparece es menor que el anterior y eventualmente
desaparece. En cada etapa sucesiva de desarrollo menos energía
se requiere para mantener la concentración y eventualmente no se
necesita ningún esfuerzo. El fuego reaparece en la etapa
undécima, cuando el meditador ha tomado la meditación en el
vacío.
También en el
diagrama aparecen las imágenes de comida, vestido, instrumentos
musicales, perfumes y un espejo. Ellos simbolizan las cinco
fuentes de agitación mental como son los cinco objetos
sensuales: aquellos del gusto, el tacto, el sonido, el olor y la
vista respectivamente.
La mayoría de las
personas toman como su objeto de concentración para desarrollar
el shi-né la imagen mental de la forma de un Buda. Primero, uno
debe familiarizarse ampliamente con el objeto sobre el cual va a
enfocarse. Esto se hace sentándose enfrente a la estatua o al
dibujo escogido y observándolo durante unas pocas sesiones.
Luego se ensaya sentándose en meditación y manteniendo en la
mente la imagen de la forma sin la ayuda de la estatua o el
dibujo. Al comienzo la visualización que se haga de este no va a
ser muy clara, ni tampoco podrá uno mantenerla, por más de unos
pocos segundos. Sin embargo, traten de mantener la imagen en
forma clara y por el mayor tiempo que les sea posible. Así
persistiendo, pronto podrán mantener la imagen por un minuto,
luego por dos minutos y así sucesivamente. Cada vez que la mente
abandone el objeto apliquen la atención y tráiganla de nuevo.
Mientras tanto, mantengan una aplicación atenta continua para
ver si surgen perturbaciones que no habían notado
Tal como un hombre
que carga un recipiente lleno de agua, descendiendo por un camino
sinuoso, tiene que mantener una parte de su mente en el agua y
otra en el camino, en la práctica del shi-né, una parte
de la mente tiene que aplicar la atención para mantener una
concentración firme y otra parte tiene que utilizar la
aplicación atenta para hacer guardia en contra de las
perturbaciones. Más tarde, cuando la agitación mental se haya
disminuido un poco, la atención no tendrá que ser aplicada tan
a menudo. No obstante, la mente entonces se fatiga al haber
estado peleando por tan largo tiempo contra la agitación y
consecuentemente el letargo hace su aparición.
Con el tiempo,
vendrá una etapa en la cual el meditador sentirá un tremendo
gozo y paz. Esto es tan solo letargo, en extremo sutil, pero a
menudo se le confunde con el verdadero shi-né. Con
persistencia, esto también desaparecerá. Gradualmente la mente
se volverá más clara y fresca y la duración de cada sesión de
meditación aumentará correspondientemente. En este punto el
cuerpo podrá ser por completo sostenido por la mente Uno deja de
desear comida o bebida. El meditador puede ahora meditar por
meses, sin ningún descanso. Eventualmente alcanzará la etapa
novena del shi-né en la cual, según dicen las escrituras, el
meditador no podrá ser perturbado ni siquiera si una pared se
cayera detrás suyo. El continuará meditando y sentirá un
placer físico y mental más allá de cualquier descripción, el
cual está representado en el diagrama por un hombre volando.
Aquí su cuerpo se suaviza inagotable y sorprendentemente. Su
mente, en profunda paz, puede ser dirigida a cualquier objeto de
meditación, justo como un delgado alambre de cobre puede
doblarse hacia cualquier dirección sin que este se rompa. La
décima etapa del shi-né - o el verdadero shi-né- es
obtenida. Cuando él medita es como que la mente y el objeto de
meditación se vuelvan uno.
Ahora el meditador
puede mirar profundamente en la naturaleza de su objeto de
meditación mientras que mantiene todos los detalles del objeto
en su mente. Esto le produce un gozo extraordinario.
Aquí, mirar en la
naturaleza de su objeto de meditación, significa que él lo
examina para ver si es o no puro, si es o no permanente, cuál es
su verdad última, etc. Esta es la meditación conocida como vipasyana,
o intuición profunda. A través de ésta, la mente obtiene una
percepción más profunda del objeto, que la obtenida con la sola
concentración.
El solo hecho de
tener shi-né produce una tremenda satisfacción
espiritual; pero no continuar, para todavía obtener mejores
cosas, es como haber construido un aeroplano y luego nunca
volarlo. Una vez que se obtiene la concentración, la mente debe
ser aplicada a prácticas más altas. Por un lado, debe ser
aplicada para superar el karma y la distorsión mental y por el
otro, para cultivar las cualidades de un Buda. Con el fin de
obtener estos objetivos, el objeto de meditación tomado debe ser
vacío él mismo. Las otras formas de meditación se utilizan
solo para preparar la mente para aproximarse a la vacuidad. Si
usted tiene una antorcha con la capacidad de iluminar todas las
cosas debe utilizarla para encontrar algo importante. La antorcha
del shi-né debe ser dirigida a la realización de la
vacuidad porque es solo la experiencia directa de la vacuidad la
que saca las raíces del sufrimiento.
En la undécima
etapa del diagrama dos líneas negras salen del corazón del
meditador. Una de estas representa klesavarana, los
oscurecimientos del karma y las distorsiones mentales. La otra
representa a jneyavarana, el oscurecimiento de los
instintos de la distorsión mental. El meditador sostiene la
espada de la sabiduría de la meditación vipasyana con la
cual él planea separar estas dos líneas.
Una vez que el
practicante ha comprendido de cerca la vacuidad, estará en el
camino de la perfección de la sabiduría. Prajna-paramita,
el último objetivo del desarrollo de la concentración.
Traducido por Gonsar
Rinpoché. Preparado por Glenn Mullin y Michael Lewis.
Impreso en Tushita, el centro de la FPMT en Nueva Delhi,
India. Traducido al castellano en Bogotá, en el Centro de
Meditación Budista Yamantaka de la FPMT en Colombia.
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