¿Qué hacer para estar más cerca de Dios?
Esa es una pregunta cuya respuesta no está a nuestro alcance definirla. La respuesta más acertada a esa pregunta, la podremos encontrar al tratar de estar lo más cerca posible de la perfección en lo que respecta al hombre.
No es necesario entrar en los terrenos de la religiosidad ni en los vericuetos de la filosofía de los valores de Dios, para captar la onda maravillosa que inspira ese principio.
Sólo es apropiado destacar que en el hombre hay una posibilidad que no se encuentra en el animal.
Esa posibilidad está en el uso de LA PALABRA, que es el medio que ha podido utilizar el hombre a través de los siglos para transmitirse, de una generación a la otra, los logros adquiridos y que cada vez se hacen más amplios y de mayor alcance.
Esta posibilidad no se encuentra en ninguna de las otras especies.
No hay otra especie que pueda dejar plasmadas sus ventajas o sus errores para transmitirlas a las próximas generaciones de las mismas.
Así, podemos apreciar que la transmisión de LA PALABRA, de unos a otros es lo que ha dado al hombre el grado de conocimiento y eficiencia que éste posee.
Por medio de LA PALABRA todos los adelantos actuales han sido posible alcanzarlos debido a los avances que una generación le transmitió a las otras informándole sus logros y fracasos por medio de LA PALABRA
Esto, si lo analizamos en el orden físico, se puede observar claramente en los libros de ciencia y de historia que se estudian en las escuelas y universidades con métodos cada vez más avanzados.
Pero en el orden espiritual es poco lo que se ha avanzado.
Nuestra conducta, cuando es parecida a la del animal, no manifiesta el propósito perfeccionante que rige las leyes del Universo.
Es necesario establecer un patrón de conducta que quede asentado como principio fundamental para que de generación en generación se pueda avanzar hacia un grado de sensibilidad profunda igual al de la armonía universal que reina en todo lo que nos rodea y a lo cual pertenecemos aunque no lo podamos comprender a plenitud.
Para ello es necesario que los hombres se reúnan e intercambien sus logros y fracasos sentimentales para mejorar la condición humana.
Hay que crear escuelas, grupos, comunidades, etc., de capacitación fraternal, de manera que se avance en ese sentido y se establezcan normas de sentimiento fraternal, para lograr que el hombre se eleve espiritualmente en el mismo grado en que lo ha hecho física e intelectualmente.
Hay que reunirse y formar grupos de intercambio fraternal y analizar y transmitir aquellos principios que ayuden a crecer ese sentimiento en el ser humano.
La reunión de varias personas buscando el principio que señala la idea de Dios es la solución más poderosa para los problemas inhumanos que afronta la humanidad.
No importa la religión o el principio filosófico que cada uno siga o profese, hay que transmitirse unos a otros la idea de amor que inspira Dios, ya que para esto es que Dios nos otorgó LA PALABRA.
No nos fue dada para insultarnos y transmitirnos deseos pasionales que engendran odio y frustraciones que sólo conduce a aumentar más la insensibilidad que padece el hombre que no busca esa esencia maravillosa que se desprende de LA PALABRA Dios y lo que ella encierra.
No hay que reunirse buscando alcanzar ventajas personales, ni para adorar falsas imágenes o figuras mágicas que pretenden compensar el temor a lo desconocido.
Si buscamos los principios que señalan a Dios como representación del amor y la misericordia, con seguridad lograremos ir descifrando misterios simples que parecen invisibles cuando no se abren los ojos del espíritu.
El alma parece gritar: reúnanse, concilien diferencias, busquen la manera de crear grupos de aprendizaje de LA PALABRA otorgada por Dios al hombre, ya que nos fue dada para que seamos imagen de Dios y semejanza de Su Amor.
No dejemos que tan precioso DON caiga en el vacío y se pierda lo más milagroso que tiene el hombre y que le fue otorgado como especie única capaz de transmitir LA PALABRA.
Utilicemos el poder que encierra este maravilloso regalo que Dios nos otorgó.
No dejemos que se pierda inútilmente, transmitámonosla sin parar y con el fervor más profundo de nuestro corazón, ya que sólo LA PALABRA de amor puede transmitir la verdad de Dios
Debemos tener presente que el ser humano no ha nacido esencialmente para ser libre, sino para ser esencialmente "HUMANO" y este es el mensaje de las escrituras y el mensaje que está encerrado en cada posibilidad del ser humano.
El hombre debe ser imagen de Dios, no imagen de bestia, semejanza de Dios, no semejanza de animal salvaje.
La diferencia está en LA PALABRA no la utilicemos en vano, aprendamos el camino de LA PALABRA que conduce a Dios.
El animal no habla, sólo transmite quejidos y amenazas. Tal es el hombre que no conoce el poder verdadero de LA PALABRA.
Comuniquémonos: "LA PALABRA" es Dios.
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