Rincón de Dios
Rincones
Rincón Evangélico
Rincón Católico
Rincón Judío
Rincón Budista
Rincón Islámico
Rincón Genérico
Filosofías
Convencionales
Orientales
Contemporáneos
Meditaciones
Meditación Diaria
Consejería
Oraciones
Ayuda Espiritual
Misterios
Grupos
Textos de Ayuda
Publicaciones
Ensayos
Citas Bíblicas
Citas Filosóficas
¿Qué es el Rincón
Lea aquí la Biblia
Editoriales
Meditaciones
Huellas
Motivaciones
Para ser Santo
De la fe y sus raíces
Mensaje a los judíos
Del alma suprema
Simbolismos
"Esta es una interpretación simbólica del libro del       "Génesis" 
Con ello no pretendemos crear discusiones. Solo buscamos mostrar el mensaje encerrado detrás de la letra en las escrituras, vista desde un punto de vista espiritual y simbólico...

Ver más......



"Meditación budista;
 
Inicio Traductor Chats Filosóficos Buscador Colaboradores Foros Filantropía

-INTRODUCCIÓN AL BUDISMO (I)-

BREVE HISTORIA DEL BUDISMO

La vida del Buda A diferencia del judaísmo, el cristianismo o el Islam, el budismo no tiene su origen en una supuesta revelación divina y, en cambio, constituye la enseñanza de un solo ser humano quien, a través de sus esfuerzos, despertó a la ley de la vida que se encontraba dentro de él. Fue un hombre que no dejó escrito alguno y del cual conocemos poco, pero lo que sí sabemos es que se convirtió en el catalizador del cambio de millones de vidas.

El Buda histórico, a quien se conoció con el nombre Siddharta (El que ha alcanzado su meta), nació en el norte de India hace aproximadamente 2500 años. Existen diversas opiniones acerca de la fecha exacta, pero investigaciones recientes tienden a situarla en el siglo VI o V a.C.

La época, aunque no sea exacta, es significativa. Como el filósofo alemán Karl Jaspers ha señalado, Siddharta nació aproximadamente al mismo tiempo que Sócrates en Grecia, Confucio en China y el profeta Isaías en el mundo hebreo. La aparición simultánea de estos hombres, según Jaspers, señaló el amanecer de la civilización espiritual.

El padre de Siddharta era el monarca del clan Shakya, una pequeña tribu situada cerca de la frontera de Nepal, por lo cual el Buda recibió el nombre de Shakyamuni (Sabio de los Shakyas). A causa de la falta de registros escritos, los detalles de su infancia son escasos. Sabemos que Siddharta nació como príncipe y creció en la opulencia, y que estaba dotado de una brillante inteligencia y una naturaleza introspectiva. Siendo aún joven, se desposó con Yashodhara, quien le dio un hijo, Rahula. Eventualmente, Siddharta abandonó sus riquezas y privilegios para embarcarse en un camino de sabiduría y autoconocimiento.

Lo que lo impulsó a tomar tal decisión está expresado por la leyenda de los cuatro encuentros. Se dice que el joven príncipe salió de su palacio en cuatro diferentes ocasiones: cuando lo hizo por la puerta este, se topó con un hombre deteriorado y vencido por la edad. Cuando salió por la puerta sur, vio a un enfermo. En una tercera salida, por la puerta oeste, presenció un funeral y vio un cadáver por primera vez en su vida. Por último, en su salida por la puerta norte, se cruzó con un asceta religioso. El anciano, el enfermo y el cadáver, representan los sufrimientos de la vejez, la enfermedad y la muerte, los cuales junto al de nacer (o, lo que es igual, el de vivir) son llamados "Los Cuatro Grandes Sufrimientos", o sea, los problemas fundamentales de la existencia humana. Shakyamuni decidió entonces abandonar su vida principesca para hallar la solución a estos cuatro sufrimientos.

A la manera de los hombres santos de aquel entonces de la India, que deambulaban por todo el país en búsqueda de la verdad última, Siddharta comenzó su travesía. Sabemos que su camino fue duro y lleno de desafíos físicos y mentales, emprendiendo una serie de prácticas ascéticas tales como la retención de la respiración, el ayuno y el control mental. Luego de varios años de atormentar su cuerpo casi hasta el punto de morir, finalmente abandonó sus severas prácticas de ascetismo que lo habían debilitado y comenzó a meditar bajo un árbol pipal (una variedad de higuera que existe en la India), cerca de Gaya. Así, cuando contaba con aproximadamente treinta años, logró la iluminación y se convirtió en un Buda. La iluminación del Buda Hoy nos es prácticamente imposible saber con total certeza qué experimentó el Buda bajo aquel árbol hace más de dos mil quinientos años, pero basados en sus muchas enseñanzas que fueron transmitidas oralmente a sus primeros discípulos, lo que sí sabemos es que trascendió el estado de conciencia ordinario a un nivel en el cual se vio a sí mismo como uno con la vida del universo.

Al respecto, Daisaku Ikeda dice en su libro 'El Buda Viviente': "Shakyamuni tuvo una clara visión de su propia vida en todas sus manifestaciones a lo largo del tiempo. Según la doctrina de la transmigración, la vida de los seres humanos no se encuentra limitada al presente. Shakyamuni, meditando bajo el árbol Bodhi, claramente recordó todas sus existencias anteriores una por una, y percibió que su existencia presente era parte de la inquebrantable cadena de vida, muerte y renacer sucesivos que habían venido ocurriendo desde interminables eones en el pasado."Esto no era algo que le venía como si fuera una intuición ni lo percibía como un mero concepto o idea, sino que era un recuerdo claro y real, no diferente -aunque desde un plano muy distinto- de los eventos profundamente ocultos en los recovecos de nuestra mente y que, de pronto, recordamos cuando estamos en un estado de extrema tensión o concentración."

Siddharta reconoció el verdadero aspecto de la realidad como impermanencia. ¿Pero qué significa esto? Todas las cosas y fenómenos atraviesan por un constante cambio. La vida, la naturaleza y la sociedad nunca cesan en su cambio, ni siquiera por tan sólo un instante. En adición a esta comprensión de la impermanencia, Shakyamuni percibió la interrelación entre todo lo que existe.. El universo y todo lo que contiene se encuentran en un flujo constante, surgiendo y cesando, apareciendo y desapareciendo, en un ciclo sin fin de cambio condicionado por la ley de causalidad: todo lo que existe está sujeto a la ley de causa y efecto; consecuentemente, nada puede existir independientemente de otras cosas. A este concepto budista de causalidad, también se lo conoce como origen dependiente.

Shakyamuni despertó a la ley eterna de la vida que penetra el universo, a los aspectos místicos de la vida según los cuales todas las cosas y seres del universo se interrelacionan e influencian mutuamente en un interminable ciclo de nacimiento y muerte. La esencia del despertar de Shakyamuni está contenida en el concepto de las Cuatro Nobles Verdades, que explica que

(1) toda existencia es sufrimiento;
(2) el sufrimiento es causado por el deseo egoísta;
(3) la erradicación del deseo egoísta genera el cese del sufrimiento y nos posibilita alcanzar la iluminación; y
(4) existe un camino por el cual esta erradicación puede ser lograda: el Óctuple Sendero.

Descartar la ignorancia y establecer una visión correcta constituye los pilares de la práctica budista. Ellos son también la motivación que ha venido impulsando -desde Shakyamuni mismo- la búsqueda de un método o vehículo que conduzca al practicante a la cesación del sufrimiento y al logro de la felicidad absoluta. Todas las diversas escuelas y prácticas posteriores surgieron como resultado de ese esfuerzo en crear tal vehículo.

Durante el breve tiempo que siguió a su iluminación, Shakyamuni permaneció sentado bajo el árbol Bodhi en un estado de regocijo. Sin embargo, cuando regresó al mundo que lo rodeaba, comenzó a pensar en cómo transmitir su iluminación a los demás. Así fue que transcurrió los cuarenta años siguientes de su existencia predicando a las personas bajo formas que mejor se adecuaran a la comprensión de cada uno. En este sentido, vemos que la idea de un Budismo reservado sólo a hombres santos que meditan en la cima de las montañas es errónea: por el contrario, Shakyamuni jamás deseó que sus enseñanzas quedaran relegadas sólo a un grupo de practicantes en un monasterio. Toda su historia nos sugiere que, por el contrario, deseaba que sus enseñanzas se difundieran ampliamente y fueran adoptadas por los hombres y mujeres comunes. Sus lecciones fueron recopiladas en las así llamadas ochenta y cuatro mil enseñanzas, las cuales han sido interpretadas y reinterpretadas durante siglos. En realidad, el principal problema del budismo en estos miles de años no ha sido tanto lo que el Buda dijo sino cómo poner sus enseñanzas en práctica, cómo experimentar uno mismo la iluminación del Buda, cómo convertirse uno mismo en un Buda. El camino hacia la iluminación

Existen hoy en día diversas escuelas de budismo. A medida que la filosofía budista lentamente se difundió a China, Tíbet, Tailandia y el sudeste asiático, fue proclive a absorber e influenciarse de las costumbres y creencias religiosas locales. El budismo que se expandió hacia Tíbet y China y, más tarde, hasta Corea y Japón, fue denominado Mahayana (Gran Vehículo). Aquél que lo hizo hacia el sur por todo el sureste asiático y Sri Lanka fue llamado Hinayana (Pequeño Vehículo, un término peyorativo otorgado por los mahayanistas).

Las escuelas del Hinayana, basadas en las primeras enseñanzas de Shakyamuni, enfatizaron un muy estricto y detallado código de conducta tendiente a la propia salvación personal. En cambio, las escuelas del Mahayana enfatizaron la necesidad de abrirse compasivamente hacia todas las personas para que ellas pudieran alcanzar la iluminación, buscando un método práctico que pudiera servir como vehículo para que las grandes masas -por eso se llama "Gran Vehículo"- alcanzaran la budeidad.

La abundancia de diferentes escrituras budistas (sutras) y teorías llegó a ser fuente de grandes malentendidos y confusiones, particularmente en la China de los siglos I y II D.C. En aquel momento, los eruditos chinos poseían innumerables sutras del Hinayana como así del Mahayana. Perplejos por tan diversas enseñanzas, intentaron compararlos y clasificarlos. Hacia el siglo V de nuestra era, la sistematización del canon budista estaba muy avanzada. En particular, un monje budista llamado Chih-i, más tarde conocido como el Gran Maestro T'ien T'ai, desarrolló un sistema definitivo conocido como "los cinco períodos y las ocho enseñanzas". Basándose en su propia iluminación, el sistema de T'ien T'ai clasificó los sutras cronológicamente así como desde el punto de vista de su profundidad, determinando así que el Sutra del Loto, la última enseñanza que Shakyamuni impartió hacia el final de su vida, contenía la verdad última. T'ien T'ai enunció esta verdad como el principio de los "tres mil mundos en un sólo instante de la vida" (Ichinen Sanzen).

Empleando una aproximación fenomenológica, describe el caleidoscopio de los estados mentales y emocionales a los cuales las personas están sujetas en todo momento de sus vidas. La teoría de los tres mil mundos en un sólo instante de la vida sostiene que todos los fenómenos del universo se encuentran contenidos en un sólo instante de la vida de un mortal común. De esta forma, el macrocosmos está contenido en el microcosmos. Así, T'ien T'ai enunció que el Sutra del Loto era la única escritura que afirmaba que todas las personas, hombres o mujeres, buenos o malos, jóvenes o ancianos, poseemos el potencial de manifestar la budeidad durante la presente existencia. Pero seguía pendiente de respuesta una pregunta crucial:

¿Cómo podían las personas comunes aplicar este principio en sus vidas?

Con tal fin, T'ien T'ai implementó una rigurosa práctica consistente en observar la propia mente por medio de la meditación, ahondando cada vez más y más profundamente hasta aprehender esta verdad última de los tres mil mundos contenidos en un sólo instante de la vida.

Desafortunadamente, este tipo de práctica sólo era viable para los monjes, quienes disponían de períodos indefinidos de tiempo durante los cuales podían dedicarse a meditar acerca del mensaje implícito en el Sutra del Loto y era casi imposible para las personas que debían trabajar para subsistir y tenían otras obligaciones que ocupaban sus vidas. El pleno florecimiento del Budismo no sería alcanzado sino hasta que éste migrara a través de las rutas comerciales hacia el Japón, y no sería tan ampliamente practicado hoy día si no fuera por el increíble coraje y comprensión de un monje japonés del siglo XIII llamado Nichiren, quien colocó al Sutra del Loto en el centro de sus enseñanzas de forma que impactara de manera directa en las personas y sus vidas cotidianas.

El budismo hoy en día Nichiren, quien nació en 1222, dio una expresión práctica y concreta a la filosofía budista de vida que Shakyamuni enseñó y que T'ien T'ai elucidó. Nichiren develó la esencia misma del Sutra del Loto y, por lo tanto, de la iluminación del Buda, de forma tal que todas las personas pudieran alcanzarla, definiéndola como la invocación de Nam-myoho-renge-kyo, basándose en el título del Sutra del Loto. Su logro sería comparable a traducir una compleja teoría científica a una técnica práctica. Al igual que el descubrimiento de Benjamín Franklin de la electricidad no tuvo uso práctico hasta que -muchos años después- Thomas Edison inventó la bombilla eléctrica, la iluminación de Shakyamuni era accesible sólo para una pequeña minoría hasta que Nichiren enseñó la práctica fundamental mediante la cual todas las personas sin excepción podían hacer surgir la ley de la vida dentro de sí mismos.

La realización de este principio tuvo el poder de afectar y modificar directamente a las personas que hicieron aflorar este potencial, inaugurando así una nueva época en la historia del budismo. Nichiren reveló la más grande enseñanza del Mahayana por la cual todas las personas pueden alcanzar la budeidad. En palabras de Nichiren: "Si una mosca azul se aferra a la cola de un caballo purasangre, puede viajar diez mil millas; y la glicina que se enrosca alrededor del alto pino puede crecer hasta una altura de mil pies." Por primera vez, las personas comunes podían emprender el camino hasta entonces reservado sólo a santos y sabios.

El budismo de Nichiren ha demostrado ser de profundo valor para millones de personas. Fue Nichiren quien expresó la esencia del Sutra del Loto de una manera que posibilita a todas las personas, no importa cuál sea su nivel de conocimiento, el atravesar el portal de la iluminación. Esto constituyó un paso revolucionario en la historia de las religiones. Mientras que el budismo comenzó con la enseñanza de un sólo ser humano que había despertado a la ley del universo dentro de sí, llegó a desarrollarse al punto de incluir las interpretaciones de esa enseñanza aportadas por estudiosos y santos. La palabra "Buda" significó originalmente "el iluminado", alguien que ha despertado a la eterna e ilimitada verdad de la ley de la vida (dharma). Esta verdad se encuentra presente en todo lo que existe y, en este sentido, esta ley no es patrimonio exclusivo del Buda Shakyamuni ni de los monjes budistas: la verdad se encuentra disponible para todos por igual.

En el budismo de Nichiren no hay sacerdotes, gurúes o máximas autoridades que decidan lo que es correcto o incorrecto, lo que es cierto o lo que está equivocado. En este Budismo, la muralla entre monjes y laicos ha sido derribada, conduciéndonos a una total democratización de la práctica y, precisamente por ser no dogmático, es que hasta los escépticos terminan practicándolo. La verdad última y omnisciente que el Buda percibió puede llegar a ser otro nombre que se le da a lo que algunas personas conciben como Dios. Por otra parte, una persona que no puede creer en un Dios antropomórfico puede creer en una energía subyacente del universo. No existe una causa externa a quien culpar ni nadie a quien implorar salvación.

En el budismo, ningún Dios o entidad sobrenatural planea ni diseña nuestros destinos. En la religión occidental, el creyente puede acercarse a Dios a través de su fe, pero nunca puede llegar a convertirse en Dios. Pero en el budismo, uno jamás puede separarse de la sabiduría de "Dios" porque esta sabiduría última existe en el corazón de cada persona. A través de la práctica budista, buscamos hacer emerger esta porción de la fuerza universal que existe eternamente dentro de nosotros -y a la que llamamos budeidad- y es manifestándola que nos convertimos en un Buda. El budista toma conciencia de la existencia -en su más íntima profundidad- de la ley eterna que penetra tanto al universo como a los seres humanos individuales, aspirando a vivir cada día en armonía con esta ley.

Llevando esto a cabo, descubrimos un camino de vida que redirecciona todas las cosas hacia la esperanza, el valor y la armonía. Y es el descubrimiento de esta ley objetiva que hacemos emerger desde nuestro interior, lo que crea valor espiritual y no algún ser o fuerza externos a nosotros. Este concepto de que el poder de lograr la felicidad se encuentra por completo adentro nuestro puede resultar desconcertante al comienzo, ya que supone asumir un cabal sentido de la responsabilidad.

Como Daisaku Ikeda ha escrito: "La sociedad es compleja y severa, exigiendo que luchemos duramente por la supervivencia. Nadie puede hacernos felices: todo depende de si uno mismo es capaz o no de alcanzar la felicidad... un ser humano vivirá una vida de gran sufrimiento si es débil o vulnerable a su medio ambiente externo." Pero lejos de ser una visión nihilista o vacía de la vida, la práctica y filosofía budistas rebosan de esperanza y respuestas prácticas a los problemas del diario vivir, tanto que no nos referimos tanto a ellas como "religión" -a pesar de serlo- sino como "práctica", debido a que las personas que la profesan la han encontrado extremadamente útil.

Como afirmó Nichiren citando el Sutra del Loto: "No existe ningún asunto mundano que sea diferente de la verdadera entidad de la vida", y también "todos los fenómenos del universo son manifestaciones de la ley budista." En otras palabras, la vida cotidiana constituye el escenario decisivo dentro del cual la batalla por la iluminación se gana o se pierde. Nichiren nos enseñó cómo nosotros, mortales comunes, sin necesidad de erradicar nuestros deseos o cambiar nuestra identidad, podemos manifestar la budeidad aquí y ahora en este mundo y en esta existencia.

En una época de escepticismo y amplia desconfianza hacia las creencias e instituciones religiosas tradicionales, esta dinámica y autodirigida práctica cobra aún un valor mayor. El budismo es esencialmente no autoritario, democrático, científico y basado en percepciones básicamente vividas a través de los propios esfuerzos individuales hacia la auto-perfección. Pero el budismo también posee un efecto tanto inmediato como de largo alcance en la sociedad en la cual estamos insertos. El budismo es una forma de vida que no hace distinciones entre el ser humano y su medio ambiente en el que este individuo habita. Es gracias a este concepto de la interrelación entre todas las formas de vida que entretejen una compleja red que trasciende el entendimiento humano que el budismo ha provisto el marco intelectual y espiritual a la toma de conciencia ecológica y del medio ambiente. La visión occidental, principalmente encarnada por el cristianismo y el judaísmo, tiende a ser antropocéntrica, colocando a la humanidad en la cima del orden natural. A diferencia de esto, el budismo considera a la humanidad como parte de la naturaleza, apoyando de esta manera la noción de bioética: a partir de que cada individuo se encuentra conectado con todo lo que existe en la tierra, el destino de nuestro planeta puede también influenciarse por medio de las acciones individuales.

El budismo moderno también es no-moralista. En un mundo caracterizado por una gran diversidad de pueblos, culturas y estilos de vida, el budismo no prescribe ninguna manera específica de vivir. No existen cosas tales como los "mandamientos".. El budismo nos acepta tal como somos, con todas nuestras debilidades y defectos, pasados y presentes. Sin embargo, esto no implica que podamos mentir, robar o matar: el budismo basa su fuerza moral no en una lista de reglas de comportamiento sino en una poderosa transformación interior. Los practicantes budistas pronto se descubren actuando más gentil y misericordiosamente y sintiendo gran cuidado por la vida de otras personas. Este proceso se da casi de manera automática.

El budismo y el cosmos Por último, nada de lo que el Buda histórico enseñó contradice en manera alguna los descubrimientos de Galileo, Einstein, Darwin o Freud, a pesar de que sus ideas fueron formadas hace miles de años sin la ayuda de telescopios, alta tecnología o ni siquiera de la palabra escrita. El modelo budista del universo se asemeja notablemente a la cosmología aceptada hoy en día. A pesar de que el Buda nunca predicó en términos del "Big Bang", sí postuló la existencia de un cosmos acorde teóricamente a lo que los científicos hoy proponen. La teoría budista acepta las numerosas dimensiones y conceptos del espacio-tiempo de la física moderna y es congruente hasta con los profundos conceptos de la teoría cuántica. Los últimos descubrimientos de la física moderna sobre las partículas, por ejemplo, poseen una marcada similitud con la doctrina de la impermanencia expuesta por el Buda.

En el Sutra del Loto -que como ya hemos visto, es el texto más importante de Mahayana- podemos ver una descripción del universo al que denomina un "sistema mayor de mundos", un amplio concepto que abarca tanto la existencia de las innumerables galaxias como la posibilidad de existencia de vida sensible en otros planetas aparte del nuestro. Al mismo tiempo, contiene un detallado análisis de la vida que penetra las profundidades del psiquismo humano. De este modo, el budismo Mahayana parte de la premisa básica de la existencia de numerosos mundos que albergan vida en el universo, al tiempo que describe al Budismo como la fuerza impulsora que posibilita a cada ser humano a llevar a cabo su propia reforma espiritual, asegurando así una eterna paz y la larga supervivencia de las civilizaciones.

A lo largo de dos mil quinientos años de historia, la difusión del budismo se ha caracterizado por su tolerancia, gentileza y amor a la naturaleza. Como lo ha expresado el estudioso francés Sylvain Levi: "El budismo tiene derecho a enorgullecerse de poseer el honor de haberse difundido a grandes sectores del mundo sin haber tenido necesidad de ejercer la violencia ni jamás haber recurrido a la fuerza de las armas. "De hecho, el objetivo de los budistas es el logro de la paz mundial. En el budismo creemos en "la paz del mundo a través de la iluminación individual". Una sociedad pacífica y segura surgirá gracias al proceso del diálogo individual, de persona a persona, hasta lograr que la guerra y sus causas desaparezcan de la faz de la tierra. Por todos estos motivos, el budismo está llamado a desempeñar un papel dinámico dentro de la cultura del siglo XXI.
Nota queremos destacar que los links relacionados que ofrecemos aquí, lo son sólo con el propósito de crear un directorio para los que buscan estas corrientes interpretativas y de ninguna manera implican el respaldo de este sitio con sus puntos de vista y poliza interpretativa o la veracidad de sus informaciones. Nosotros no tenemos control acerca del contenido de estos sitios que aquí presentamos. Los links son regularmente revisados y actualizados y esto no es bajo ninguna circunstancia determinante. Gracias.

http://www.predicado.com/work.php?id=152392