Rabi Joseph Akiva
Akiva (c. 50 – 135 e.c.) uno de los más destacados tanaítas, probablemente el principal erudito de su tiempo, patriota y mártir, que tuvo una influencia decisiva en el desarrollo de la Halajáh.
Akiva b. Joseph nació en las tierras bajas de Judea.. Su vida fue una de las más espectaculares en la historia del judaísmo rabínico. Mucho de lo que se cuenta, sin duda está coloreado por la leyenda, está claro que en sus primeros años no sólo fue no instruido, pero también un enemigo encarnizado de los eruditos, como él mismo relata: “si tuviera un erudito en mi poder, lo maltrataría como a un asno” (Pes. 49b).
De relativamente humilde linaje Akiva, comenzó sus estudios en la extrema pobreza impulsado por su esposa Raquel.
Obviamente no pudo zambullirse inmediatamente en los estudios avanzados de las grandes Academias. Tuvo que aprender el alfabeto junto a su hijo.
Akiva estuvo lejos del hogar por muchos años, pasando su tiempo en Lydda, más tarde en su propia Academia en Bene Berak. Sus primeros maestros fueron R. Eliezer b. Hyrcanus, R. Joshua b. Hananiah.
Por el año 95-96 e.c.. ya era un erudito prominente y el hecho que estudió 13 años antes de convertirse en maestro, indica que sus estudios comenzaron entre los años 75- 80 e.c. Sin embargo, hay claras evidencias que estudió en la Academia de Iavne.
Aparentemente R. Tarfon fue luego uno de sus maestros y más tarde Akiva estaba en pie de igualdad con R. Simeon ben Gamaliel, quien lo admiraba profundamente. Después estableció su propia Escuela en Bene Berak
Akiva estudió durante 13 años antes de convertirse en maestro, y el Talmud relata que cuando éste acompañado por 12000 estudiantes, regresó a casa escuchó a su mujer, diciéndole a una vecina que esperaría gustosamente otros 12 años, si en ese lapso él pudiera incrementar sus estudios. Al escuchar esto, partió sin hacerse conocer por la mujer y regresó 12 años más tarde.
Con el tiempo Akiva fue visto como “uno de los padres del mundo. Se le atribuye a la sistematización del Midrash halajot y agadot.
Fue uno de los miembros de los diputados del emperador de Roma, que pidieron la recisión de decretos que prohiben la práctica y la enseñanza del judaísmo. Rabi Akiva también fue uno de los maestros más renombrados de su época; sus discípulos incluían algunos sabios eminentes de la generación siguiente como: R. Meir, R. Simeon b. Yohai, R. Yose b. Halafta, R. Eleazar b. Shammua y R. Nehemiah.
En el 132 e.c., se desató una revuelta total contra Roma bajo el liderazgo de Bar Kojba. No es muy clara la participación de Akiva en esto. Sin duda, recibió la revuelta con entusiasmo y aparentemente reconoció en Bar Kojba el tan esperado Mesías que liberaría a Israel de sus opresores
Sus colegas, sin embargo, eran más dubitativos y cuidadosos. Akiva más tarde fue tomado prisionero por los romanos por enseñar abiertamente la Torah, desafiando los edictos de los romanos aunque no fue ejecutado inmediatamente. Pareciera que su encarcelamiento no fue demasiado riguroso, ya que le permitieron visitas por algún tiempo.
Dentro de su sistematización, Akiva consideraba que el Cantar de los Cantares debía considerarse como una parte integral del canon: “Todas las Escrituras son sagradas; pero el Cantar de los Cantares es lo Sagrado de lo Sagrado” y además ilustra su independencia de espíritu y su fuerte orientación mística, sin lo cual nunca podría haber percibido la alegoría que expresa el amor entre el Todopoderoso y su amado Israel, en lo que es ostensiblemente un diálogo romántico. Se supone que Akiva recibió las tradiciones místicas de R. Joshna, quien las recibió de R. Johanan b. Zakkai.
Akiva introdujo orden en la vasta masa amorfa de aprendizaje, que consistía de la Halajah, es decir, el cuerpo de la ley, derivada principalmente de la tradición.
Se le atribuye a Akiva la triple división del material halájico:
1) La Halajáh codificada (es decir, la Mishnah)
2) La Tosefta
3) La Halajáh Midrash, el último que contiene el siguiente compendio, basado en sus métodos de exégesis.
El principio guía del sistema de exégesis de Akiva es que la Torah, emanada de Dios, no contiene redundancias y que incluso un particular anuncio tiene su propósito final. Las reglas de Akiva, aparte de su profundidad, muchas veces reflejan su actitud y magnanimidad de espíritu. Hasta ese momento se les prohibía a las mujeres usar cosméticos o cualquier otro tipo de ayuda para la belleza durante la menstruación. Akiva levantó estas restricciones, sobre la base que esto provocaría que las mujeres resultaran poco atractivas a sus maridos (Shab.64). En una situación similar le permitía al marido a divorciarse, si se encontraba atraído por una mujer más hermosa (Git. 90ª)
Akiva estaba poseído por un raro optimismo “cualquier cosa que Dios hace es para lo mejor” por lo que era capaz de reconfortar a sus colegas, más de una vez, asegurando la restauración nacional a pesar del triste estado de cosas en ese tiempo. Él firmemente expuso la idea del libre albedrío y la omnisciencia de Dios, “todo está previsto y el libre albedrío es dado” (Avot 3:15)
Akiva manifestó un amplio espíritu de universalismo en sus enseñanzas, como en su famoso dicho: “Debes amar a tu prójimo como a Ti mismo” siendo este el principio fundamental de la Torah.
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